Cuando Vives llegó a Brujas lo hizo huyendo de la inquisición española. Los antecedentes judíos de su familia acabaron con su padre quemado en una hoguera y su madre exhumada de un cementerio cristiano y quemada públicamente. Fue su padre el que le había aconsejado que dejara el Estudio General de Valencia y se marchara a
De Paris partió Vives a Brujas en otoño de 1512, parece que la ruptura de relaciones entre Fernando el Católico y Luis XII de Francia pudo influir en la decisión de trasladarse. El caso es que cuando Vives se instala en Brujas en 1512, Brujas es una pujante ciudad con un comercio floreciente en el que hay algunas familias españolas de mercaderes asentadas en el barrio de los españoles (hoy las calles Spaanjadstraat y Spaans loskaai) Entre ellas la familia de la que luego será su mujer, Margarita Valldaura, familia acomodada con ascendencia también judía.
Será el año 1525, cuando Vives publica en Brujas “Del socorro de los pobres y las necesidades humanas” obra en la que pone sobre la mesa varias cuestiones importantes: Que las ciudades se encarguen de la atención a los pobres, la prohibición de la mendicidad, la restricción de la entrada a los peregrinos y la obligación de trabajar en talleres de todos aquellos que estaban capacitados. Todo ello desde una visión secularizada de lo que es la atención pública y lejos de visiones confesionales de la caridad. No es casualidad que cuando Vives dedica su libro a los Burgomaestres y el Senado de Brujas lo haga de esta manera:
“Es deber de sus gobernantes (de la ciudad) el preocuparse y poner todo su empeño en que unos ayuden a otros, que nadie sea oprimido, que nadie reciba daño por injusticia cometida contra él, que el más poderoso ayude al más débil para que por la caridad crezca cada vez más la concordia entre los ciudadanos y permanezca eternamente”
Vives recibió por su trabajo una copa de plata y el poder ver realizado su proyecto de atención a los necesitados de su tiempo. Un proyecto que sobrevivió al mismo Vives y que deja, en la ciudad, testimonios arquitectónicos de lo que fueron los establecimientos destinados a los pobres y que hoy todavía son gestionados desde los servicios sociales de la ciudad.
Pero Vives fue también un humanista y un pedagogo: Un verdadero prototipo de lo que era el “hombre del renacimiento”, amigo de Erasmo y de Tomás Moro. Con Erasmo de Rotterdam trabó amistad en
Vives murió joven, a los cuarenta y ocho años y dos meses, fruto de la evolución de “la gota y del mal de la piedra”, como dice Gregorio Marañón. Fue enterrado en la catedral de San Donaciano de Brujas (destruida en 1.799) y su entierro fue costeado por la ciudad de Brujas.
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