· Las necesidades sociales son de todos y debe ser la sociedad en su conjunto (Administración, Sociedad civil y Mercado) quien dé respuesta, sin que nadie detente la exclusiva de la intervención. Sería muy empobrecedor que la Sociedad civil se inhibiera depositando toda la responsabilidad en el Estado; sería muy peligroso para las capas más débiles que se dejara la cobertura al Mercado, regido por la “ley del más fuerte”.
· Las iniciativas sociales cuyo objetivo sea cubrir, en parte o en todo, los derechos garantizados, deberían tener la consideración de servicio público, con las condiciones que vamos a ver a continuación.
· Los Sistemas públicos de Salud y Educación ofrecen un modelo de interrelación Estado-Sociedad civil que contiene los siguientes elementos (y que podría ser aplicable al de Servicios Sociales):
- aprovechamiento de recursos materiales, humanos, de infraestructura, de experiencia
- reconocimiento de que, bajo determinadas condiciones, esos servicios privados ya existentes pueden incorporarse al Sistema público, cubriendo una parte del mismo
- delimitar las condiciones de funcionamiento (criterios de admisión, niveles de calidad, ratios profesionales, rendición de cuentas...)
- a los Centros que voluntariamente acepten dichas condiciones, garantizarles los medios necesarios para desarrollar el servicio, en condiciones de estabilidad y continuidad (mediante conciertos u otras fórmulas similares.
Es evidente que este enfoque, plantea una serie de retos y exigencias a la iniciativa social, tanto lucrativa como no lucrativa:
· No contribuir con su actividad a la reducción de los servicios públicos
· Aceptar la gestión de Centros y Servicios Públicos, o que cubren derechos básicos, sólo en condiciones pactadas y firmadas que garanticen la estabilidad y la continuidad de los mismos.
· Estar disponibles a las auditorias públicas, tanto sobre la gestión de los recursos como sobre las condiciones de calidad del servicio.
· Denunciar la creciente insolidaridad de las clases medias, afectadas por el “síndrome Nimby (Not in my back yeard)”: Servicios para desfavorecidos, sí, pero “no en mi patio”, o en mi vecindario.
· No amordazar la crítica legítima por temor a perder posiciones o recursos. Una crítica acompañada de propuestas en las que haya una implicación del que denuncia, no sólo es posible, sino deseable.
· Poner los recursos al servicio de las personas, no de las instituciones
· Utilizar la mayor flexibilidad de iniciativas para detectar nuevas necesidades y abrir caminos (en servicios, en modelos, en métodos...)
· Saberse desprender de los centros/servicios cuando ya no sean necesarios; no duplicar acciones; coordinación complementaria
· No reducir al voluntariado, ni a la iniciativa social en sí misma, al papel de “mano de obra barata” con que, en ocasiones, se contempla.
· No ceder a la presión de la “urgencia” para abrir servicios en condiciones precarias, o cuya provisionalidad se convierte en permanente.
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