lunes, 15 de marzo de 2010

JUAN LUIS VIVES Y BRUJAS

El profesor Emilio J.Gómez Ciriano actúa hoy como corresponsal sobre el terreno. Desde la ciudad de Brujas, en Flandes (Bélgica), ha rastreado las señales que persisten en sus rincones en las que queda constancia de los años que este humanista español vivió en ella.




Cuando Vives llegó a Brujas lo hizo huyendo de la inquisición española. Los antecedentes judíos de su familia acabaron con su padre quemado en una hoguera y su madre exhumada de un cementerio cristiano y quemada públicamente. Fue su padre el que le había aconsejado que dejara el Estudio General de Valencia y se marchara a la Sorbona a estudiar. La universidad francesa era, por aquel entonces un espacio de pensamiento abierto en el que enseñaban algunos profesores españoles tachados también de “sospechosos” por la inquisición. En la Facultad de Artes de París estará Vives tres años. A España ya no regresará.

De Paris partió Vives a Brujas en otoño de 1512, parece que la ruptura de relaciones entre Fernando el Católico y Luis XII de Francia pudo influir en la decisión de trasladarse. El caso es que cuando Vives se instala en Brujas en 1512, Brujas es una pujante ciudad con un comercio floreciente en el que hay algunas familias españolas de mercaderes asentadas en el barrio de los españoles (hoy las calles Spaanjadstraat y Spaans loskaai) Entre ellas la familia de la que luego será su mujer, Margarita Valldaura, familia acomodada con ascendencia también judía.

Será el año 1525, cuando Vives publica en Brujas “Del socorro de los pobres y las necesidades humanas” obra en la que pone sobre la mesa varias cuestiones importantes: Que las ciudades se encarguen de la atención a los pobres, la prohibición de la mendicidad, la restricción de la entrada a los peregrinos y la obligación de trabajar en talleres de todos aquellos que estaban capacitados. Todo ello desde una visión secularizada de lo que es la atención pública y lejos de visiones confesionales de la caridad. No es casualidad que cuando Vives dedica su libro a los Burgomaestres y el Senado de Brujas lo haga de esta manera:

Es deber de sus gobernantes (de la ciudad) el preocuparse y poner todo su empeño en que unos ayuden a otros, que nadie sea oprimido, que nadie reciba daño por injusticia cometida contra él, que el más poderoso ayude al más débil para que por la caridad crezca cada vez más la concordia entre los ciudadanos y permanezca eternamente”

Vives recibió por su trabajo una copa de plata y el poder ver realizado su proyecto de atención a los necesitados de su tiempo. Un proyecto que sobrevivió al mismo Vives y que deja, en la ciudad, testimonios arquitectónicos de lo que fueron los establecimientos destinados a los pobres y que hoy todavía son gestionados desde los servicios sociales de la ciudad.

Pero Vives fue también un humanista y un pedagogo: Un verdadero prototipo de lo que era el “hombre del renacimiento”, amigo de Erasmo y de Tomás Moro. Con Erasmo de Rotterdam trabó amistad en la Universidad de Lovaina y con Tomás Moro en Oxford. Con ellos compartió amistad en un tiempo histórico en la que la intransigencia religiosa abortaba todo intento de creatividad en el ámbito del pensamiento y de la religión. En ese sentido, también como Moro y como Erasmo fue objeto de sospecha y sus libros fueron censurados por la jerarquía eclesiástica de entonces por decir cosas como que las ordenes mendicantes de la Iglesia debían dar más que recibir, que al sacerdocio debía entrarse más por cuenta de la santidad que de las ganancias económicas o que la jerarquía eclesiástica (y por ende el Papa) debía ser un ejemplo de humildad y pobreza

Vives murió joven, a los cuarenta y ocho años y dos meses, fruto de la evolución de “la gota y del mal de la piedra”, como dice Gregorio Marañón. Fue enterrado en la catedral de San Donaciano de Brujas (destruida en 1.799) y su entierro fue costeado por la ciudad de Brujas.



PRESENCIA DE VIVES EN LA BRUJAS DE HOY

Actualmente, de la memoria de Luis Vives quedan pocos testimonios visibles en Brujas: Un busto erigido cerca del Groeninge Museum y que, en parte, fue costeado por los pedagogos españoles en 1.957, Un auditorio municipal y una asociación recreativa que se denomina Vibes, son las únicas muestras visibles de este precursor de una manera de entender los servicios sociales

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