Nos ha parecido muy interesante el siguiente artículo, publicado en la Revista Psicogeriatría vol.2 nº2 (Abril-Junio 2010), de Márquez González et al., Cuidando más allá del domicilio: el papel de la familia en los centros residenciales y el cuidado colaborativo
Este es el abstract o resumen del artículo, al que se puede acceder gratis, pero con la condición de una sencilla operación de registro:
Introducción. Aunque la mayor parte de la investigación sobre los cuidadores familiares de personas mayores dependientes se ha centrado en aquellos que llevan a cabo su tarea en la comunidad, algunos estudios analizan el papel de la familia en el cuidado en entornos residenciales. Estos estudios sugieren que a la mayoría de las familias les gustaría continuar implicadas de alguna manera en el cuidado de sus familiares.
Objetivos. Analizar las implicaciones de la integración familiar en los centros residenciales, así como las barreras existentes para tal integración en dichos centros, en los profesionales y en los familiares. Se proponen recomendaciones para mejorar la colaboración entre la familia y los profesionales.
Desarrollo. Integrar a la familia en el cuidado de la persona institucionalizada repercute positivamente en todas las figuras implicadas en el cuidado, pero existen todavía muchas barreras que dificultan esta integración. Estas barreras se relacionan con el centro residencial (p. ej., filosofía del cuidado), los profesionales (p. ej., falta de habilidades para afrontar problemas que surgen con la familia) y los familiares (p. ej., ansiedad e incertidumbre),
así como con la relación entre ellos (p. ej., prejuicios o falta de comunicación).
Conclusiones. Es necesario realizar un cambio de enfoque en los centros residenciales, desde modelos clásicos centrados en los cuidados básicos de salud del residente a un modelo de atención biopsicosocial que opte de forma explícita por la integración de la familia en el equipo de cuidados. Se describe el programa ‘Compañeros en el Cuidado’ como una interesante propuesta para superar las barreras identificadas.
En los contenidos del artículo se analizan aspectos tan interesantes como los obstáculos para la integración de la familia en la residencia relacionados con el centro y los profesionales:
• Condiciones de trabajo: sobrecarga de tareas, falta de tiempo para conversar con los familiares, excesiva ‘rutinización’
y ‘mecanización’ del cuidado, condiciones laborales mejorables, etc.
• Filosofía de centro ‘aislacionista’ o con focalización exclusiva en los residentes, que no deja hueco para la implicación real
de la familia en el cuidado porque:
– No se hace explícita como función de los profesionales el dedicar tiempo a escuchar, atender e integrar a los familiares
en el cuidado
– No se comunica a las familias sus posibles funciones y tareas en la residencia, ni se plantean fórmulas concretas para
su implicación real
• Escasa motivación por parte de los profesionales porque:
– Han tenido experiencias negativas con las familias
– No han recibido formación sobre cómo atender e integrar a los familiares
– Tienen baja apertura al cambio y prefieren la ‘rutinización’/automatización de su labor.
• Reglas y protocolos institucionales excesivamente rígidos (p. ej., horarios inflexibles)
• Miedo a la reacción de otros compañeros o de los sindicatos
• Dificultades de comunicación con las familias (p. ej., malos entendidos)
• Desconocimiento de las necesidades y deseos de las familias en relación al cuidado de su familiar y del grado
de responsabilidad que estarían dispuestas a asumir.
• Excesiva rotación (cambios de turno) e inestabilidad de la plantilla de enfermeros y auxiliares de enfermería y escasa
formación en la atención a personas con deterioro cognitivo (p. ej., manejo de comportamientos problemáticos,
habilidades de comunicación).
• Falta de habilidades para afrontar quejas o problemas que les plantean los familiares
• Estereotipos y prejuicios acerca de los familiares: ‘son todos iguales’, ‘se quejan por sistema’, ‘quieren llevar la voz cantante’,
‘nos culpan a nosotros porque se sienten culpables’.
• Barreras ambientales: falta de espacios físicos para la familia (p. ej., ausencia de sillas en las habitaciones, inexistencia de salas
para reuniones familiares).
• Escasa apertura por parte del personal a recibir y aprender de la pericia y experiencia del familiar cuidador.
• El centro está muy aislado y mal comunicado a través de transporte público.
También se desgranan los obstáculos para la integración de la familia en la residencia relacionados con los familiares:
• Rechazo de la familia a implicarse en el cuidado.
• Ansiedad e incertidumbre ante lo que pueden hacer en el centro, qué se espera de ellos, qué papel tienen.
• Problemas de comunicación y/o conflictos con el personal, relacionados con la percepción de falta de atención personalizada y afectivoemocional a su familiar o sobre otras cuestiones (p. ej., pérdida de objetos personales, olor de las habitaciones).
• Percepción de la dirección y administración del centro como lejanas e inaccesibles.
• Percepción de estar poco informados sobre la enfermedad de su familiar, su progresión, el futuro, etc.
• Percepción de ser ignorados o no ser considerados importantes por los profesionales.
• Percepción de total falta de control sobre el cuidado de su familiar.
• Ansiedad ante el deterioro cognitivo, depresión y agitación de su familiar y dificultades de comunicación con él.
• Percepción de falta de flexibilidad en el centro en relación a los horarios y la forma de administrar algunos servicios (p. ej., comida) y protocolos de actuación.
• Estereotipos y prejuicios acerca de los profesionales: ‘son unos ineptos’, ‘no les importa nada mi familiar, tratan a todos igual’, ‘lo cuidan mecánicamente’.
• Problemas de salud física o malestar emocional y dificultades psicológicas de los familiares.
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