sábado, 28 de noviembre de 2009

El problema es la definición tan restringida de lo que es asistencia


"Las estructuras simplemente no dan lugar a la participación. Ni para ninguna interacción social más extensa. Asta no es muy sociable y nunca ha pedido ayuda a nadie, está agradecida por la ayuda que recibe pero siente pena por los trabajadores sociales y sus condiciones de trabajo. La modernización ha sido excesiva".

Asta es una mujer danesa de 84 años, divorciada, con tres hijos, aunque dos de ellos viven fuera del país y el tercero a más de 300 millas. Aunque los vecinos le suelen ayudar, Asta que apenas ve a su familia, tiene un círculo social muy limitado.

Como tantas personas mayores en España, Asta en Dinamarca recibe una ayuda de atención para personas mayores. Por las mañanas una trabajadora social (en España una auxiliar de hogar del Servicio de Ayuda a Domicilio, SAD) le ayuda a levantarse, vestirse y le prepara el desayuno y la comida. Por la noche, una trabajadora le sirve la cena y otra, del turno de noche, le ayuda con la higiene personal. En España, lo habitual tratándose de una persona con más de 80 años, es que la cuide la familia o que reciba el SAD dos horas en dos días a la semana para limpiar, ordenar la casa y poco más.

En Dinamarca, Asta nos dice por la experiencia adquirida que los trabajadores sociales soportan hoy una carga de trabajo mucho más pesada que antes. Entre las estrategias de modernización, la efectividad y la calidad, las mejoras han sido la meta de desarrollo del trabajo: "Los trabajadores sociales no tienen tiempo para hablar ni para tomar café". Y aunque las tecnologías aumentan la efectividad del sistema, Asta piensa que la precisión de los horarios, los ordenadores de mano y los sistemas de definición de asistencia son exagerados y poco fructíferos a la hora de asistir. En otras palabras, ya no queda tiempo para vaguear o beber café; como cuando los trabajadores sociales eran casi como una plantilla de esclavos. Así era hace 40 años en Dinamarca y entonces los jefes no distribuían el tiempo sino que los mismos trabajadores sociales decidían junto con el usuario qué era mejor para ellos. Si antes era mejor o pero que ahora, lo cierto es que hace 40 años los trabajadores sociales y los usuarios disponían de un espacio para discutir entre ellos sobre la asistencia. "Asta piensa que el mayor problema es el de la definición tan restringida de lo que es asistencia. Se decide con antelación qué servicios va a recibir. Asta siente que está en una situación de tutela absoluta. Nada queda sin responder a sus cuidados. La situación no es muy prometedora si la intención es de ayudar. Se espera que ella participe en la ayuda y que actúe responsablemente". Asta, por tanto, responde que sólo actúa como las estructuras le dictan, es decir, de manera pasiva y aliviada.

Texto extraído de LACOUR, A. y HOEJLUND, H., "La sociedad del bienestar en Dinamarca", en GUTIÉRREZ RESA, A. y MARCUELLO SERVÓS, CH. (2008): Servicios Sociales. Modelos y perspectivas. Una aproximación internacional, Madrid, Ediciones Académicas, p.78

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