JULIA PINEDO, 84 AÑOS. ALBACETE Cariño y calidad
La muerte de uno de sus hijos y después la de su marido han deteriorado por completo las ya precarias condiciones físicas de esta anciana. Para mayor sufrimiento, Julia Pinedo mantiene la cabeza perfecta. Sus hijas y nueras se ocupan de ampliar su bienestar todo lo posible, de consolarla cuando se queja, de calmarla cuando maldice, de entretenerla cuando se quiere morir. Diabética, con la visión casi perdida y con calmantes por la mañana y la noche, la familia la ha cuidado antes y la cuida ahora, con una diferencia: cada mes, Julia recibe en su cuenta el ingreso de "trescientos euros y pico", la ayuda que le corresponde por la Ley de Dependencia. Ese dinero lo administra a placer, lo reparte entre sus cuidadoras, les hace regalos... Cada semana, por turnos, una hija o nuera se traslada a casa de la abuela y hace allí vida completa. "Esta ayuda no compensa los estragos psicológicos, ni el trabajo que se desempeña, pero nunca viene mal, estamos contentos. Lo hubiéramos hecho igual. Además desde la solicitud, recibimos la ayuda en cuatro o cinco meses, un plazo razonable", dice su yerno, Lucas Moreno.
La familia valoró el ingreso en una residencia, pero decidieron que preferían seguir atendiendo a la abuela en casa. "Somos muy familiares y ella tiene una atención de calidad: tiene el cariño de su hija y de sus nueras, que son como hijas también. Lo psicológico es muy importante en estos casos", dice Moreno.
CLARA ISABEL RIESGO HERRERA, 27 AÑOS, SEGOVIA El trabajo... y la boda
La carrera acabada, las oposiciones sin plaza, contratos de seis meses. "Y se cruzó la crisis. Estaba trabajando en una farmacia, pero nunca he sido mileurista, porque en ese empleo no llegaba a los mil euros y ahora los paso", se ríe Clara Isabel Riesgo, trabajadora social en Cuéllar (Segovia). La Ley de Dependencia ha obligado a movilizar a cientos de trabajadores sociales para visitar a los beneficiarios en sus casas, examinarlos y preparar el papeleo para que opten a una de las ayudas previstas.
En Castilla y León el personal en ayuntamientos y diputaciones se ha incrementado en más de 400 personas. Clara Isabel es una de ellas. Algunos días hace trabajo de oficina y otros de campo: va a visitar a los dependientes que han solicitado una ayuda. "Hago las valoraciones, consulto a las familias sobre la ayuda que necesitan y estamos empezando a hacer un seguimiento de los casos en que se conceden", resume.
El empleo no es definitivo, pero cada vez que vence su contrato los compañeros presionan para que se lo renueven porque la nueva ley ha doblado las tareas de los trabajadores sociales. "Necesitan estos refuerzos", dice optimista esta mujer de 27 años. "Necesito más estabilidad laboral para tener hijos, pero, por lo pronto ya me he casado. Estamos pagando el piso", contesta. Clara Isabel también depende ya de la Ley de Dependencia.
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1 comentario:
www.laleydeladependencia.es una ayuda inestimable. Quiero dejar constancia aqui por si puede ayudar a dependientes como a mi me ha ayudado. Gracias
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