sábado, 11 de septiembre de 2010

Atención y apoyo psicosocial domiciliario


Judith Andrés Sendra es la autora de "Atención y apoyo psicosocial domiciliario", un amplio manual sobre técnicas de rehabilitación psicosocial, apoyo a las gestiones cotidianas y comunicación con el dependiente y su entorno.

Judith Andrés Sendra (Zaragoza, 1976) es diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Zaragoza y está habilitada como educadora social por el Colegio Profesional de Educadores y Educadoras Sociales de Aragón. Además, ha recibido formación complementaria en los sectores sociosanitario y educativo.

Asimismo, tiene una amplia experiencia docente como formadora de cursos relacionados con la dependencia y las habilidades necesarias para la atención a personas dependientes. Desde hace diez años es socia-promotora de Celtadia, una cooperativa de iniciativa social de servicios de atención a personas, sita en Zaragoza, donde tanto realiza labores de coordinación y gestión como imparte cursos relacionados con la asistencia sociosanitaria. Con Ideaspropias Editorial ha publicado la obra Apoyo psicosocial, atención relacional y comunicativa en instituciones.

Transcribimos el bonito PRÓLOGO del libro, dedicado a la dignidad del trabajo que desempeñan las auxiliares de ayuda a domicilio. También se puede consultar online el índice de la obra y su primer capítulo.

Cuando Celtadia, la empresa de servicios de atención a personas de la que soy socia promotora, daba sus primeros pasos, allá por 1999, la expresión «servicios de atención a personas dependientes» extrañaba a mucha gente.

Recuerdo claramente cómo muchas auxiliares de ayuda a domicilio se indignaban cuando, al explicar su trabajo a otras personas, estas no comprendían la complejidad de su labor. Quiero pensar que la Ley 39/2006 (Ley de dependencia) ha contribuido a sacar a la luz un trabajo escasamente reconocido y que, a fuerza de escuchar hablar de él y ver cómo familiares, vecinos o amigos reciben este servicio, la sociedad en general tiene una idea más exacta de todo lo que la asistencia domiciliaria ofrece al usuario dependiente: la posibilidad de continuar viviendo en el propio domicilio, mantenerse conectado con el entorno que le es familiar y cerca de las personas a las que quiere y los lugares que tienen significado para él en su recorrido vital. Es un servicio que ofrece la posibilidad de recibir los apoyos necesarios para mantener la autonomía el máximo tiempo posible, así como la posibilidad de ser asistido en casa en aquello que ya no se puede hacer por uno mismo.

Si lo pensamos, no es extraño que algunas personas dependientes se muestren reticentes a la ayuda a domicilio. Por una parte, supone reconocer su propia dependencia y admitir que necesitan la asistencia de otra persona para tareas que hasta hace poco tiempo eran capaces de hacer por sí solos. Por otra parte, implica dejar entrar a una persona extraña en su hogar, su lugar más íntimo y personal, el espacio en el que todos nos sentimos con derecho a expresarnos tal y como somos.

Por ello, el primer trabajo del auxiliar de ayuda a domicilio es saber conocer y darse a conocer, conectar con el asistido, entender lo que cada uno necesita y, también, que, a veces, lo que se necesita y lo que se quiere son cosas diferentes. Los auxiliares domiciliarios son personas que limpian, cocinan, realizan compras, planchan, que cambian un pañal, que asean en la cama a un enfermo y que lo ayudan a caminar porque solo ya no puede. Pero sobre todo, son personas que observan, que escuchan y que acompañan. Por este motivo, la base de la asistencia domiciliaria son las relaciones humanas.

Aún hoy, después de todos estos años, me sorprende que, a pesar de la complejidad de funciones y tareas que abarca la expresión «ayuda a domicilio», los profesionales que trabajan asistiendo a las personas dependientes en sus hogares realicen sus tareas con tanta naturalidad y soltura, como si no costara esfuerzo. Tantas habilidades sociales y personales puestas al servicio de una labor tan delicada y tan importante que impresiona la destreza inconsciente con que se desenvuelven en su quehacer diario. Como quien no le da importancia.

Las personas que realizan este servicio no solo mantienen limpio el domicilio, sino que atienden necesidades humanas, acompañan a personas dependientes y les permiten vivir con mayor calidad de vida en el lugar donde se sienten mejor.

Por ello, es tan importante que los profesionales dispongan de los conocimientos teóricos y técnicos que les permitan trabajar las relaciones y llegar hasta el usuario con el fin de dar a cada uno aquello que necesita.

Este manual está inspirado por esas personas que saben que su profesión es mucho más que las tareas que realizan y que practican a diario la empatía, la sensibilidad y la ternura; y también por todas aquellas que quieren aprender a cuidar a otros. Espero que os ayude a reconocer lo esencial.

Judith Andrés Sendra

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