La
Fundación FOESSA y Cáritas presentaron
el pasado 27 de Marzo, el nuevo Análisis
y Perspectivas correspondiente a 2014, “Precariedad
y Cohesión Social" que presenta
los primeros resultados de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales
realizada por la Fundación FOESSA en 2013. El informe pone de manifiesto que ni la
pobreza ni la exclusión social son exclusivas de esta época. Lo que la crisis
ha evidenciado es el carácter de nuestra economía: crece la pobreza en época de
recesión, pero no se recupera en la misma medida en épocas expansivas. Lo que
corresponde es revisar el modelo y, en concreto, si nuestro país apuesta
firmemente por un modelo en el que la persona y su dignidad ocupen el lugar
central de todas las prioridades, y donde el bien común marque la hoja de ruta.
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En esta reseña de nuestro
blog abordaremos exclusivamente el contenido de la primera parte.
ANALIZAMOS…Los indicadores
sociales. Comité Técnico de la
Fundación FOESSA
Renta y desigualdad. A
pesar de la contención de la caída del PIB en los últimos trimestres del año,
las rentas de los hogares, que se miden teniendo en cuenta el efecto del
crecimiento de los precios, han seguido reduciéndose en términos reales. Desde
el año 2007, la tendencia ha sido un profundo deterioro de la capacidad
adquisitiva de nuestros hogares, acentuándose el proceso desde 2010, primer año
en el que se acometen las medidas drásticas de recortes. El
prolongado proceso de disminución de las rentas ha supuesto un notable retroceso
en los indicadores básicos de bienestar. En términos reales la renta media
de la población española es inferior a la que había en el año 2000.
Una
de las fuentes más importantes de este declive ha sido la reducción de las
rentes procedentes del mercado de trabajo. La remuneración media por trabajador ha ido cayendo año a año, tal como reflejan los datos de la
contabilidad nacional
donde se muestra que el crecimiento de
los salarios, cada vez más moderados y por debajo del 1% en 2013,
ha sido
inferior al de los precios desde 2011. Esta pérdida de capacidad se debe al
proceso de ajuste de los costes salariales al contexto de la crisis y de las
medidas adoptadas de reducción de las remuneraciones de los empleados `públicos
así como la adopción de procedimientos de negociación de los salarios más
descentralizados, como consecuencia de la última reforma laboral.
Otro
dato revelador del empeoramiento del bienestar en la sociedad española es la agudización de las diferencias de renta
entre los hogares. España se ha convertido en uno de los países de la Unión
Europea donde la renta se reparte de manera más inequitativa. Sólo Bulgaria y
Letonia presentan indicadores de desigualdad más altos.
El
aumento de la desigualdad es, sin duda, una de las amenazas más graves de las
posibles secuelas en el largo plazo de la crisis; los indicadores alertan de la
posibilidad de que este incremento de la
desigualdad se convierta en crónico a largo plazo.
Los
datos más recientes muestran progresiva recomposición de la distribución de la
población por grandes grupos de renta, con una bajada del porcentaje de hogares
pertenecientes al grupo intermedio (del 60% al 52%) que pasan a engrosar el
grupo de grupo de renta baja (40%) y la inmovilidad del grupo de rentas más
altas (8-9%)
Empleo. La
situación general es muy negativa en términos de los resultados del mercado de
trabajo, con menos empleo, más paro, con el poco empleo que se crea
mayoritariamente de carácter temporal, salarios más bajos y, además, repartidos
más desigualmente.
Los
jóvenes siguen siendo uno de los colectivos más afectados por el desempleo, con
una tasa de desempleo superior al 50%; se trata además de uno de los colectivos
donde mayor ha sido la pérdida de activos desde la crisis (más de un millón y
medio) con un efecto desánimo y salidas forzadas al exterior.
Pobreza y privación. El
profundo deterioro del mercado de trabajo en la crisis y la acusada debilidad
del sistema de protección social, junto con los severos recortes de
prestaciones y servicios, han dado origen a un aumento sin precedentes de las distintas manifestaciones de la pobreza
en España. Las formas más severas de pobreza –ingresos inferiores al 30% de
la mediana de la renta por adulto equivalente- son las que han aumentado llevando a nuestro país a los primeros puestos del
ranking europeo en cualquier clasificación que se haga de indicadores de
pobreza. La inseguridad económica de la población española ha
alcanzado sus cotas máximas. El aumento de las tasas de pobreza en el periodo
de crisis ha llevado a España a presentar unos niveles desproporcionadamente
elevados de pobreza monetaria en el contexto de la
Unión Europea. Sólo Grecia y Rumania
presentaban valores más altos en 2012, perfilándose
España como uno de los países donde mayor es el riesgo de pobreza. Los
indicadores son superiores a los de Bulgaria y los países bálticos.
Los
procedimientos de medición de la pobreza con criterios relativos hacen más
difícil interpretar su evolución en los cambios de ciclo económico, aunque el
hecho de que las tasas aumenten cuando cae la renta media y, con ello el umbral
refleja bien el doble proceso de empobrecimiento de la sociedad española: caída de las rentas y aumento de la
desigualdad en su reparto, con un hundimiento de las rentas más bajas.
La
crisis económica ha golpeado con fuerza a la sociedad española, siendo el
aumento de la pobreza, su cronificación, intensidad y severidad, una de las
manifestaciones más crueles. La sociedad española tendrá que afrontar en el
futuro diferencias sociales y tasas de pobreza muy altas.
Derechos Sociales. Las
llamadas políticas de austeridad no son neutrales en términos distributivos y
elevan los niveles de sufrimiento social. La tendencia de la sociedad española
desde esta perspectiva podría resumirse como de pobreza creciente y derechos menguantes: acceso más restrictivo a
los derechos sociales, recortes en bienes básicos, pérdida de la intensidad
protectora de algunas prestaciones sociales y la creciente exclusión de grupos
de población de algunos servicios básicos de bienestar. Uno de los ámbitos
donde más controvertidas han sido las reformas introducidas es el aseguramiento
de las rentas en la etapa de la jubilación. También es preocupante la evolución
seguida por la tasa de cobertura de las prestaciones de desempleo; el
agotamiento del derecho a las prestaciones de desempleo y las insuficiencias en
la cobertura que proporciona el sistema han dado forma a otro factor de riesgo
social: el crecimiento de los desempleados que se quedan sin cobertura del
sistema básico de aseguramiento.
Las
prestaciones de rentas mínimas para los hogares que no tienen acceso a las
redes anteriores experimentaron una expansión sin precedentes al comienzo de la
crisis pero parece haberse alcanzado el techo máximo en las posibilidades de
algunas CC.AA para dar respuesta al crecimiento de las necesidades sociales en
su territorio. En Castilla-La Mancha, una de las comunidades autónomas donde la
magnitud de los recortes ha sido mayor, el volumen de beneficiarios casi
disminuyó a la mitad en 2012.
Otro
ámbito relevante en el análisis del acceso a los derechos sociales corresponde
a servicios básicos para el bienestar social como son vivienda (aumento de las
situaciones de exclusión de este bien por la imposibilidad de hacer frente a
las obligaciones hipotecarias), sanidad o educación (reducción en los niveles
del gasto). Los recortes en el sistema de atención a las situaciones de
dependencia además de provocar la caída del número de beneficiarios, han
supuesto una pérdida de cobertura del sistema y la reducción de la calidad de
los servicios.
ANALIZAMOS… La fractura social se ensancha. Avance de resultados
de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales 2013. Comité Técnico de la Fundación
FOESSA
La fractura social se
ensancha un 45% en España. El
empeoramiento de la situación social en España se extiende a amplios sectores
de la población. Ahora ya solo 1/3 personas en España se encuentra libre de los
35 problemas que se han identificado en este análisis; 16.5 puntos menos que en
2007. Este núcleo central de la sociedad española que llamamos integración
plena –hogares que no se ven afectados por ninguno de los 35 indicadores-, es
ya una estricta minoría. Por el contrario, todos los espacios, desde la
integración precaria –hogares que presentan alguno de los 35 problemas
señalados, con una incidencia similar a la media de la población española- o la
exclusión moderada –la incidencia es doble que la media de la población
española- hasta la exclusión más severa –la
incidencia es cuádruple que la media- han aumentado significativamente. Son ya
cinco los millones de persones, que se encuentran afectadas por situaciones de
exclusión severa en un 82.6% más que en 2007. Ha crecido significativamente la
acumulación de problemas en distintas dimensiones de entre las analizadas:
empleo, consumo, participación política, educación, salud, vivienda, conflicto
social y aislamiento social. Además de producirse una extensión de todas estas
problemáticas, estas cada vez se acumulan más en los hogares afectados.
¿Qué es lo que ha ido mal?
Los
ámbitos del empleo, vivienda y salud son
los que más han aportado al aumento de la fractura social. Los problemas del eje económico.
Los problemas del eje
económico. Además
del aumento del desempleo, la crisis ha llegado también al sector informal de
la economía que se ha resentido por falta de demanda. La pobreza severa se ha
duplicado y se ha empobrecido el conjunto de población del espacio social de la
exclusión (el 54% de los hogares excluidos se encuentran bajo el umbral de la
pobreza y el 23,8% en situación de pobreza severa.
La erosión de la
ciudadanía política y social. La creciente desconfianza de la ciudadanía en general respecto a
la política genera un mayor proceso de alienación en los sectores más
vulnerables, que pierden el interés por participar en la cosa pública. El
proceso más preocupante es del incremento de los hogares que para mantener su
vivienda tienen que hacer un esfuerzo económico tan importante que les coloca
en situaciones de pobreza severa una vez descontados los gastos de vivienda.
Puede observarse ya un empeoramiento ya muy notable en cuanto a la garantía de
los derechos sociales en el ámbito de la salud.
¿La crisis nos afecta a
todos?
Se reducen las diferencias
por sexo y se multiplican por la edad. Las diferencias son mucho más claras según la
edad: la crisis ha afectado mucho más a
los jóvenes. Por otro lado, la
exclusión social en la infancia se está convirtiendo en un problema de primer
orden que condicionará el itinerario vital de estos menores en el futuro.
Las diferencias por sexo son más significativas en niñas y ancianas.
Algunos tipos de hogar
especialmente afectados. Las familias numerosas y las familias de estructura más compleja
(con más de un núcleo familiar) están más expuestas a la exclusión social. La
exclusión severa ha aumentado significativamente (+ 2 puntos) hasta afectar a
uno de cada diez hogares con alguna persona con discapacidad.
La educación clave en la
prevención de la exclusión social. Los procesos de exclusión social se han extendido con la crisis
preferentemente entre los que no alcanzaban el nivel post-obligatorio de
formación reglada. La falta de un nivel educativo post-obligatorio se convierte
cada vez más en un hándicap para una participación plena en nuestra sociedad.
El desempleo expande la exclusión
social, pero la ocupación precaria también hace que aumente. El 38,6% de los hogares
excluidos están encabezados por una persona desempleada, bastante más del doble
en que en 2007, y en seis de cada diez hogares excluidos hay alguien
desempleado (el triple que en 2007). Este tipo de hogares es todavía más
relevante en el caso de situaciones de exclusión severa. Pero el acceso o el
mantenimiento del empleo tampoco ha impedido una mayor incidencia de los
procesos de exclusión social que, como sabemos, se desarrollan en muy diversas
dimensiones.
Retroceso en la
integración de la población inmigrante.
Exclusión en todos los
sitios, pero en unos más que en otros. Mayor incidencia de los procesos de exclusión social en las zonas
urbanas que en las rurales.
¿Ha ido algo bien?
Se mantiene la calidad de
las relaciones sociales. Es de destacar, en su conjunto, para el total de la población, que
los problemas de relaciones sociales y familiares no han experimentado un
deterioro e incluso el aislamiento social se ha reducido. Parece claro que una
parte de la población ha reaccionado a las dificultades económicas reforzando
los lazos y los apoyos con las personas más cercanas.
El VII Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España de la
Fundación FOESSA y Cáritas se presentará el próximo mes de octubre.
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